DÍA 09
HERENCIA
LILI Y LA CORZA, de Frank Palacios y Josema Carrasco. OLIFANTE (2020)
La herencia que un creador lega al mundo y que pervive en el tiempo son sus obras. Bienes que pasan a formar parte del patrimonio y del imaginario colectivo de los seres humanos, permitiéndonos crecer intelectualmente.
En este 2020, concretamente el 22 de diciembre, se celebra el 150 aniversario del fallecimiento de uno de esos escritores cuyo legado permanece vivo en nuestro tiempo: Gustavo Adolfo Bécquer, uno de los autores más conocidos y reconocidos del movimiento del romanticismo en nuestro país. Sus rimas y leyendas figuran en los currículos escolares de literatura, en las baldas de bibliotecas y librerías se siguen encontrando ediciones de sus obras, su huella ha impregnado y calado en territorios concretos (el Monasterio de Veruela y alrededores, en la zona del Moncayo, por ejemplo), importantes portales sobre cultura y literatura en nuestro idioma albergan amplios contenidos sobre el escritor y sus obras (muy recomendable, por cierto, es el acceso desde Cervantes Virtual a los dos tomos de la segunda edición aumentada y corregida de 1877 de Obras de Gustavo Adolfo Bécquer, que además de recopilar las leyendas y cartas literarias, recogen un interesante prólogo en torno a la figura de Bécquer por parte de Ramón Rodríguez Correa, escritor, periodista, político y amigo personal del escritor) y tanto su persona como sus obras continúan siendo objeto de interpretación y fuente de inspiración para nuevas creaciones.
Así, de una de las leyendas de Bécquer, La corza blanca, ha surgido un cómic como Lili y la corza en un atípico formato apaisado que edita Olifante Ediciones de Poesía.
En la trama, con guion de Frank Palacios y dibujo de Josema Carrasco, se entretejen dos historias que acontecen en dos planos complementarios, realidad y ficción. Por una parte, el relato de Lili en un espacio y tiempo actual y, por otra, la leyenda recogida por Bécquer. Los sintéticos trazos y las manchas de grises de Carrasco perfilan y sugieren el ambiente agreste y amenazante del instituto al que acude Lili. Pero también son capaces de evocar la belleza e inquietud de los parajes naturales y episodios de la leyenda en las viñetas que la recrean. Tanto de unas como de otras emanan una serie de cuestiones trascendentales que interpelan desde el primer instante al lector: ¿quiénes somos? ¿cómo nos perciben los demás? ¿por qué razón y bajo qué criterio se nos juzga? Pero también, ¿qué actitud adoptamos frente a la sinrazón e injusticia de nuestro entorno?
Cada trazo que conforma Lili y la corza aboga por el respeto hacia la diversidad y a la identidad de género, por buscar la tolerancia cero ante cualquier tipo de fobia contra las personas, por brindar apoyo y actuar desde el instante en que ese se detecta y por visibilizar las situaciones de disforia que pueden llegar a experimentar adolescentes por su identidad o condición sexual en las aulas.
Me parece que es una obra interesante para llevar a las aulas por su forma de conjugar poesía, cómic y algo tan esencial como la educación en el respeto.
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