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El impresor de Venecia o la forma de amar a los libros

Si en 2016 se conmemoraba el cuarto centenario de la muerte de todo un grande de las letras españolas como es Miguel de Cervantes, en 2015 se celebró el quinto centenario de la muerte de otra figura destacada en el mundo de este artefacto que llamamos libro, aunque mucho más desconocida.


Aldo Manuzio fue un apasionado de la lengua y la literatura griega que a finales del siglo XV se plantó en la bulliciosa Venecia, toda una potencia económica en la Europa en aquel momento gracias al comercio, en busca de un editor para su gramática. Lo que no podía imaginar el humanista a su llegada a esta urbe es que siglos más tarde se le recordaría y conocería por su labor al frente de una imprenta y como editor literario.
Andrea Torresani de Asola, una destacada figura en la confección de libros de la época, lo incorpora a su imprenta, acaba casando con su hija Maria y desarrollando una ingente labor en lo que a edición se refiere.

Si hay un término que define el siglo XV en cuanto al libro se refiere es transición. La imprenta de Gutenberg supuso toda una revolución en la concepción de elaboración de libros, que repercutió notablemente en el comercio del libro y en los hábitos de lectura. A lo largo del siglo XV y principios del XVI se suceden cambios a una velocidad vertiginosa en la incipiente imprenta y es a Manuzio a quien hay que reconocerle ciertos aspectos innovadores que sentaron precedente.




En la época dorada de la caligrafía, Manuzio transfiere a los tipos de la imprenta los bellos trazos de los calígrafos del momento. Esas tipografías latinas son la base de la tipografía actual.
Buscó siempre el rigor en las impresiones. Se le atribuye también la edición de textos inaugurales de la cultura occidental en su lengua original, el griego clásico (ya hemos hablado de que Manuzio, ante todo, era un amante de la lengua y literatura helena). Fue el precursor en la introducción de prólogos.
También modificó notablemente la presentación de los textos impresos, dotándoles de amplios márgenes con cajas de texto más reducidas. Introductor del formato octavo, lo que el llamó “portatil”, aunque nosotros estamos más acostumbrados a llamarlo “bolsillo”, a usarlo y demandarlo constantemente, es el responsable de la primera edición de bolsillo de los autores clásicos.
Uno de los libros más bellos y atractivos jamás impresos, además de misterioso, el “Hyperotomachia Polifili” o Sueño de Polífilo, salió de su imprenta.

Como se puede ver, puso el acento en el cuidado del aspecto formal y en el rigor intelectual de los contenidos mediante una serie de actuaciones novedosas en su momento.


Javier Azpeitia conoce muy bien a Aldo Manuzio. Fue comisario de la exposición “500 años sin Aldo Manuzio” con la que la Biblioteca Nacional conmemoró la efeméride del impresor.


Conferencia que Javier impartió con motivo de la exposición en la BNE


Javier mantiene una relación especial con el mundo de la creación y de la edición. Y es que además de escritor de varias obras (Mesalina, Quevedo o Nadie me mata), ha ejercido de editor literario en antologías poéticas y de textos narrativos, ha desempeñado diversos cargos en editoriales (director de 451 editores y subdirector de Lengua de Trapo), es también director de proyectos de Hotel Kafka, un foro de creación artística y coordinador y profesor del Master de edición de la UAM.





El impresor de Venecia es algo más que una biografía de ficción novelada. Va más allá de un mero homenaje a la figura de Aldo Manuzio, a todos aquellos que aman al libro tanto como para convertirlo en el epicentro de vida y a los que pretenden cambiar el mundo a través de la cultura. Es un versátil ejercicio narrativo capaz de ofrecer fiel reflejo de la Europa renacentista, una sociedad con muchas luces, pero en crisis, inmersa en un cambio de paradigma. Es también una oda a la valentía en épocas de transición. Hay que conceder a las gentes de aquellas épocas esa sensación de vértigo que les sobrevino cuando comenzaron a ser conscientes del exponencial aumento de la producción escrita y la difusión de las ideas que trajo consigo la imprenta.

Sí, estamos ante una trepidante novela sobre maravillosos libros y su factura plagada de misterios, no obstante, un destacado protagonismo lo cobran las debilidades y menudencias de la naturaleza humana y la faceta más personal y prosaica, menos conocida, de los grandes personajes que dejaron su impronta en la historia de la humanidad. Y es que tras ese velo de grandilocuencia que parece cubrir a las grandes mentes e ideólogos de todos los tiempos hallamos a seres humanos, con todos sus defectos, rarezas y sentimientos, que los igualan al común de los mortales.

JAVIER AZPEITIA. El impresor de Venecia. TUSQUETS

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